LA VIOLENCIA COLOMBIANA

Por Marc L. Nash

Orígines de la violencia

El Bogotazo del 9 de abril de 1948, dio inicio a la violencia actual en Colombia. Cuando Jorge 'Forge' Eliecer Gaitán, apoyado por la clase popular izquierdista liberal, 'la chusma gaitanista,' fue asesinado en la fecha ya mencionada, el pueblo se amotinó, destruyó y quemó gran parte del centro de Bogotá. Esta conmoción cívica por la clase marginal y explosiva, hartos de 'los ricos cada vez más ricos a costa de los pobres que se hacen más pobres,' inició la desafortunada historia de la violencia colombiana. Durante los episodios de 'violencia', aparecieron zonas de guerrilleros autodenominadas 'repúblicas socialistas,' con sus propias fuerzas armadas, su propia moneda y hasta sus propios sellos de correo.

Esta guerra civil de clases sociales fue provocada por la alta oligarquía y su acuerdo de convivencia y conveniencia de turnarse en el poder cada cuatro años entre los liberales y los conservadores prolongando la desigualdad al dejar la clase popular en el olvido. La violencia armada en el interior por la extrema izquierda interesados en organizar o reformar un gobierno revolucionario semejante al de Cuba y apoyado por Cuba, dividió al país. Había, por primera vez, una nación partida vertical y horizontalmente. A pesar de estos cuestionamientos profundos del sistema político imperante, el accidente electoral de 1946 llevó a otro oligarca de apellidos ilustres al poder, y el volcán de lava ardiente de las clases populares estalló. El resultado fue la revolución actual o 'guerras civiles' de grupos sociales. Desde el periodo del Frente Nacional de 1958 hasta 1974, el país entró en una fase de polarización político-social sumamente explosiva. Los grupos de extrema izquierda lucharon contra el Frente Nacional para lograr igualdad entre las clases sociales. Desde que estallaron, en estas luchas, murieron y siguen muriendo miles y miles de colombianos.

Muchos catedráticos, literatos y clérigos, convencidos de la inutilidad de la reforma pacífica, se han unido a la guerrilla. En los últimos treinta años, el reclutamiento de los guerrilleros ha aumentado alarmantemente por todo el país. Mediante secuestros, asaltos a bancos, embajadas y edificios federales con bombardeos, la guerrilla combate al gobierno federal y local, sin distinguir entre los dos partidos. Las guerrillas que se destacan por su poder, organización y gran número de miembros son la FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), el ELN (Ejército de Liberación Nacional), y los paramilitares, que son apoyados por los terratenientes. La pobreza, los préstamos ilegales, el salario mínimo, crearon una cultura de deudores capaces de cualquier cosa con tal de sobrevivir. Estas condiciones de pobreza e injusticia social ha suscitado y causado el enriquecimiento fácil a través del narcotráfico, creando así otra capa en la violencia y cultura: una 'narco-cultura' y una 'narco-democracia.' En las décadas de los 80 y 90, los jefes de los carteles de Medellín y Cali subieron al poder y crearon otra capa poderosamente violenta para el país. El gobierno colombiano de Barco Vargas, promovido por los intereses de los EE.UU., aprobó todo tipo de leyes y medidas gubernamentales para frenar el crecimiento de droga. Los carteles, con todos los recursos para defenderse, aceleraron sus ataques contra el gobierno en 'guerra total.'

Los presidentes colombiano y estadounidense, George H. Bush, formaron una campaña vigorosa contra las drogas y el narcotráfico. En pocos días, miles de sospechosos, laboratorios y campos de coca, aviones, haciendas, hoteles, discotecas, aeropuertos clandestinos y todo tipo de negocio y posesiones de los capos fueron confiscados o destruidos.

En esta 'guerra total', los jefes del narcotráfico respondieron con ataques terroristas de dinamita y bombas a bancos, edificios federales, dirigentes políticos, prominentes millonarios y jefes de negocio. Bajo la presión de los EE.UU., el gobierno colombiano decidió extraditar a los narcocapos reclamados por la justicia norteamericana. Muchas figuras prominentes colombianas estaban en desacuerdo con la extradición y con la presencia de tropas estadounidenses combatiendo el narcotráfico en territorio colombiano creando aún más problemas internos para Colombia y el aumento de la violencia. El presidente Samper y los ex-presidentes Betancur y Pastrana Borrero apoyaron firmemente la Nueva Constitución de 1991 que ilegalizó la extradición. Gabriel García Márquez, el Premio Nobel de literatura, consideraba la extradición como detrimental para la soberanía colombiana, y lo expresó al afirmar que no tenía sentido que el vecino castigara al hijo que se portaba mal. (Chang-Rodrfquez).

Cuarenta años más tarde, el nuevo líder del país, Andrés Pastrana, acusa a Fidel Castro, de haber creado la guerrilla colombiana y hasta le pide al gobernante cubano que le dé ordenes a la guerrilla colombiana para que no mate más gente. Por lo menos el ex-presidente, Samper, cuya campaña recibió seis millones de dólares del cartel de Cali, simplemente le pidió a Castro ser el mediador, y quizás promover un diálogo de paz en Cuba.

Los desplazados por la violencia

Colombia es el único país en el hemisferio occidental donde un gran número de personas sigue muriendo por causas de la 'revolución' con ideologías marxistas-castristas. Los campesinos, la clase proletaria rural son los que sufren por este conflicto interno. A principios de 1998, hasta un millón de colombianos, 1 de cada 40, habían sido desplazados. La gran mayoría de estas personas no podrán regresar a sus lugares de origen en un futuro próximo.

A pesar de su magnitud y longevidad, la crisis de violencia político-social colombiana ha causado muchas violaciones de los derechos humanos. En 1993, se estimó que había unos 300.000 desplazados en Colombia. Tres años después, el número había subido a los 600.000, y para principios de 1998, el desplazamiento había alcanzado un millón de personas. Se debe notar que el gobierno de Colombia reconoce que es responsable de proveer asistencia a los desplazados y ha tomado algunas medidas para ayudarlos. Pero la respuesta gubernamental a las necesidades básicas de los desplazados ha sido lenta e inadecuada y ha tenido un impacto muy leve en la vida de la mayoría de los desplazados. Aún más inquietante es que el gobierno todavía no ha implantado un plan abarcador para combatir las grandes y complejas causas de la violencia social y política, y el desplazamiento.

En su importante estudio de 1995 sobre el desplazamiento en Colombia, "Desplazados por la violencia en Colombia," la Conferencia Episcopal de Colombia declaró que la violencia que se ha sufrido por décadas no ha dejado un solo colombiano que no se haya visto afectado por este fenómeno.

Recientemente la comunidad internacional ha empezado a tomar nota de la crisis y ha comenzado a implantar programas de asistencia. La Unión Europea ha aportado ayuda financiera para asistir a los desplazados. Por su parte, el Alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y el Comité Internacional de la Cruz Roja han establecido programas en Colombia. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) está planificando un programa de asistencia técnica en Colombia. El gobierno de Colombia también ha establecido varios programas de asistencia a los desplazados y un gran número de organizaciones colombianas e internacionales, y grupos religiosos, ayudan a su manera a los desplazados. Pero estos esfuerzos combinados no

alcanzan para cubrir todas las causas de los desplazados. Dado que el problema de la violencia está incrementando, la situación social para los desplazados en particular, y para los colombianos en general, se deteriora aún más.

Cuando el U.S. Committee for Refugees (USCR) entró en Colombia en 1997 para estudiar la situación de los desplazados, notó que los derechos humanos de este grupo era consternante. Una de las metas del USCR es promover una campaña de información educativa con el pueblo norteamericano a favor de los desplazados en Colombia, y así mismo abogar por una política apropiada de parte del gobierno de los Estados Unidos para ayudar a Colombia en la búsqueda de soluciones a los problemas de la crisis violenta y social que enfrenta el país.

Colombia está siendo desgarrada por una violencia brutal asociada con múltiples conflictos, abusos de derechos humanos institucionalizados, impunidad, varios grupos sociales y privados que extienden su poder económico, y por la criminalidad. La violencia ha alterado profundamente la unidad social del pueblo colombiano y ha penetrado el mismo núcleo de la sociedad.

Los principales grupos responsables por la violencia son: el gobierno, la guerrilla de la izquierda, las organizaciones paramilitares de la derecha, las Fuerzas Armadas colombianas, y los carteles del narcotráfico.

Líderes políticos, activistas por los derechos humanos, y personal de organizaciones que ayudan a los desplazados también son objeto de actos de violencia. Muchos han sido asesinados; otros arrestados, atracados, secuestrados, hostigados o amenazados. Uno de los casos comentado en las noticias recientemente, fue la muerte de tres ciudadanos norteamericanos asesinados por las FARC mientras ayudaban a unas tribus indígenas cerca de la frontera con Venezuela.

El desplazamiento en Colombia es un resultado directo de la violencia política que empezó en 1948, con el Bogotazo. Los grupos responsables por el conflicto raramente se enfrentan directamente en acciones de combate. Más bien, estos grupos hacen de la población civil objetivo de la violencia, forzándolos a abandonar sus hogares.

En los años ochenta, fueron las acciones de las guerrillas y de las Fuerzas Armadas las que causaron el mayor desplazamiento. Al principio de los noventa, las guerrillas fueron más responsables. En los últimos años, los paramilitares se han convertido en los principales causantes del desplazamiento.

Los paramilitares ostensiblemente desplazan a personas para eliminar cualquier posible base de apoyo para la guerrilla. Sus acciones frecuentemente tienen el propósito de beneficiar los intereses de sus patrones adinerados, incluyendo los grandes terratenientes y narcotraficantes.

Los paramilitares matan y torturan individuos sospechosos (con o sin causa) de simpatizar con la guerrilla, y amenazan a los demás con el mismo trato si no abandonan el área. La guerrilla también usa estas tácticas.

Muchos observadores, tanto colombianos como extranjeros, afirman que las Fuerzas Armadas colombianas condonan estas acciones o directamente asisten a los paramilitares, o los usan para hacer su trabajo sucio. El gobierno y las Fuerzas Armadas niegan estas acciones y acusaciones.

Hasta hace poco, la mayoría de los desplazados colombianos huían de sus hogares individualmente o en pequeños grupos familiares. Los desplazamientos en grupo sólo han sido un fenómeno común desde principios de 1997 cuando los paramilitares desplazaron temporalmente comunidades enteras en el departamento del Chocó. La mayoría de los desplazados de esta área están viviendo en centros paupérrimos para personas desplazadas. Ellos viven en condiciones caracterizadas como modestas en los mejores casos, hasta intolerables y sufridas para otros. Algunos reciben asistencia del gobierno durante los primero 90 días de su desplazamiento. Después de ese período, así como el

resto de los desplazados internos, tienen que valerse por sí mismos. Muchos solamente pueden encontrar trabajo temporal y mal pagado. En las ciudades más grandes, muchos trabajan como vendedores en las calles, sin licencia ni permiso de venta; otros, simplemente optan por la delincuencia. El gobierno colombiano sostiene que muchos de los desplazados se han integrado social y económicamente en aquellos lugares, por lo tanto, no se les debería considerar estrictamente como desplazados.

Decenas de miles de colombianos han huido a los países contiguos de Venezuela, Ecuador y Panamá. Los gobiernos de esos países no los consideran como refugiados sino más bien como inmigrantes indocumentados. Generalmente, se les ha negado protección legal y asistencia social o económica. Muchos han sido deportados forzosamente.

La mayoría de los desplazados son campesinos pobres, que han sido forzados o aterrorizados y han abandonado sus tierras; en otros casos son gente de pueblo que han sido marcados por su participación en sindicatos laborales, cooperativas de trabajo, involucrados en activismo social, distintas actividades de gobierno local o porque trabajan como tenderos o en la pequeña industria local.

El desplazamiento de comunidades enteras deja los pueblos abandonados, y tierras sin labrar que antes aportaban para la autosuficiencia de los campesinos, teniendo un gran impacto en el comercio pequeño de las zonas afectadas.

En las comunidades para los desplazados, el gobierno hace lo que puede para ofrecerles servicios de salud. La educación pública técnicamente está disponible para los niños desplazados, pero muchos de ellos no asisten porque sus padres no tienen recursos para la matrícula, o siquiera comprarles libros o uniformes escolares.

Varias agencias del gobierno, incluyendo los Ministerios del Interior y Salud, el Bienestar Familiar, y la oficina de la Consejería Presidencial para la Atención Integral a la Población Desplazada por la Violencia, han estado ayudando a los desplazados. La mayoría de estas organizaciones que asisten a los desplazados critican los programas del gobierno, reclamando que la ayuda es exigua. También critican al gobierno por no enfrentar fuertemente las causas básicas y profundas del desplazamiento; la violencia.

Los desplazados se quejan que el gobierno trata de presionarlos para que regresen a sus lugares de origen prematuramente. Aunque muchos sí quieren volver a sus hogares y pueblos, ellos temen que no sea posible porque la situación que forzó el desplazamiento en primer lugar todavía continúa. Le piden al gobierno que provea seguridad básica y asistencia apropiada antes de regresar a sus tierras. Muchos regresan pero lo prometido no es cumplido.

Muchas organizaciones colombianas, grupos religiosos, académicos y juristas han jugado un papel importante llamando la atención sobre la situación de los desplazados y movilizando una respuesta a sus necesidades sociales y económicas. Todos estos organismos están limitados por la falta de recursos financieros.

La comunidad internacional ha comenzado a tomar nota de la crisis y ciertos programas internacionales han iniciado operaciones en Colombia. Muchos colombianos creen que el interés de los Estados Unidos está limitado solamente a la lucha contra las drogas y el narcotráfico. El gobierno de los EE.UU. provee ayuda a Colombia para combatir el narcotráfico y no brinda casi ningún apoyo financiero para asistir con la problemática del desplazamiento interno en Colombia, pero son los primeros en criticar e imponer sus intereses.

Colombia y el contexto mundial de la violencia

La violencia es un fenómeno universal. Desde la segunda guerra mundial, el mundo se dividió entre capitalistas y comunistas. Muchos de los países explotados por los

capitalistas, crearon revoluciones guerrilleras, cuya propósito es alcanzar la igualdad de las clases sociales y acaboar con la opresión de los débiles por los capitalistas. Esto creó una violencia universal basada en ideologías opuestas. En los últimos años, el fenómeno del narcotráfico y de la corrupción, genera otro tipo de violencia.

Colombia ha cobrado preminencia mundial a causa de la violencia generada por las guerrillas más antiguas del hemisferio y el narcotráfico. Al narcotráfico debido a ser un país cuyo territorio ha sido muy favorable al cultivo de la marihuana, de la coca y de la amapola. Los que se han dedicado a las actividades ilegales de drogas poseen unas características muy especiales de astucia, sobrevivencia, arrojo y capacidad de sobornar. Esto se debe a que los principales capos de la mafia colombiana provienen de capas bajas de la sociedad y de la delincuencia común pero con capacidades organizativas y comerciales para mercadear esos productos como buenos capitalistas, que simplemente cumplen la demanda del producto por los principales consumidores: el mundo occidental, principalmente Europa y los EE. UU.

En Colombia se formaron dos 'carteles' de narcotráfico, bien delimitados en lo que se refiere a las personalidades de sus respectivos jefes. El cartel de Medellín, con su gran jefe, Pablo Escobar, provenía de estratos pobres, de la delincuencia común de las zonas marginadas de Medellín. El cartel de Cali se formo por hombres que habían pertenecido a organizaciones políticas de carácter militar. El capo del cartel de Cali, Gilberto Rodríguez Orejuela, fue miembro del Ejercito Popular de Liberación (EPL), perteneciente a una facción comunista-maoísta, desprendida del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Cuando se produce la división internacional entre el PCUS y el Partido Comunista de la República Popular de China (PCRPC), el EPL colombiano se alió con las ideologías chinas.

De tal manera, el cartel de Cali se transforma en una organización delincuencial en el terreno del narcotráfico con conciencia de lo que representa el poder político-social de una nación. El cartel de Cali se infiltra en el Partido Liberal Colombiano y hasta llega a elegir presidentes y parlamentarios con los cuales cuenta actualmente, quizás 'Narco democracia', sí es un nombre adecuado para la política de Colombia.

En estas condiciones, la violencia en Colombia es un fenómeno muy complejo de analizar. Si por lo anotado ya el poder del narcotráfico se había infiltrado en la política (aportaron seis millones de dólares a la campaña presidencial de Samper), mediante aportación del cartel de Cali. Por otra parte, la revolución guerrillera entra en un campo que lo va llevando a la desviación de sus objetivos políticos-sociales de los años sesenta.

Es un hecho que la guerrilla colombiana está basada en el ejemplo de la Revolución Cubana, y patrocinada por Castro, quien a la vez fue apoyado por el PCUS. El ex-presidente, Samper, le pidió a Castro que mediara con sus 'buenos oficios' en la iniciativa del gobierno de abrir un diálogo de paz, el cual es continuado por Pastrana. Los otros grupos guerrilleros o revolucionarios de toda América Latina también siguen el modelo cubano, entre ellos, Guatemala, Venezuela, Ecuador, Perú, Brasil y Uruguay para culminar en la gesta idealista y aventurera del "Che" en Bolivia.

La guerrilla colombiana se contamina con las actividades del narcotráfico porque ella misma habita las zonas claves del cultivo de esas plantas ilegales y vive con el campesino que sobrevive de ellas. Los jefes de los carteles les pagan mucho mejor a los humildes campesinos por el cultivo de las plantas en sus tierras, salarios que el gobierno no puede igualar. Esto lleva a infinidad de conflictos, ya sea con el narcotráfico como con la policía y el ejército federal. Incluso dentro del mismo movimiento guerrillero, hay contradicciones ya que algunos grupos – el ELN, por ejemplo – no comparten el vínculo con el narcotráfico.

Al mismo tiempo que la guerrilla entra en los espacios del narcotráfico, se generan en su seno contradicciones que llevan a la alianza de sus desertores con las fuerzas del ejército para formar los primeros grupos de mercenarios para asesinar dirigentes izquierdistas que luego se convierten en el 'paramilitarismo' que hoy se conocen como 'Autodefensas campesinas.' Los primeros asesinos del paramilitarismo provienen de la misma guerrilla, de la guerrilla comunista de las denominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Como el famoso Vladimir quien fue el principal jefe paramilitar de dicho fenómeno.

El proceso no se detiene cuando la guerrilla pierde su norte primario. El fenómeno de las autodefensas sigue creciendo con la ayuda de los terratenientes y ganaderos y luego con el apoyo de masas de campesinos que rechazan la guerrilla o simplemente quieren vivir al margen del conflicto que azota sus campos. Antonio Caballeros – de la revista Semana – da a conocer la propuesta de los ganaderos y terratenientes de una cruzada por la paz. Es el hecho más esperanzador de los últimos 500 años. Esta manifestación salió del ángulo menos esperado: el gremio de los ganaderos, Fedegan (Federación de Ganaderos), que hizo una propuesta pública de "tierras a cambio de paz." Esta noticia fue algo increíble porque en la historia de Colombia los ganaderos han sido los grandes promotores de la guerra y sus más directos beneficiarios.

Desde la Conquista, las guerras en Colombia han sido siempre por la posesión de la tierra que están en manos de los pocos. Así fue el largo colonialismo, la agitada etapa de la independencia, y las guerras civiles del siglo XX, en la llamada 'violencia' de los años cincuenta que dio nacimiento a los grupos guerrilleros, narcos, y paramilitares. Por fin hasta para los propios ganaderos resulta peor negocio la guerra. Fedegan señala que si no se consigue la paz en el campo no habrá paz en Colombia. La guerra en el campo alimenta todas las violencias, el atraco y el robo en las ciudades, única forma de supervivencia de los campesinos desplazados. La propuesta de los terratenientes afirma que tierra por paz no es un acto de generosidad sino de justicia. La raíz de la violencia, la guerrilla y los paramilitares está en el exceso de pobreza y el conflicto de las clases sociales. Mientras se mantenga la pobreza, será imposible acabar con la violencia.

En este momento, la violencia se ha circunscrito a dos fuerzas fundamentales: la guerrilla y los paramilitares por un lado y, por el otro, la autodefensa del gobierno. Las fuerzas armadas del gobierno son el factor de mayor debilidad dentro del conflicto debido a que el gobierno que representa no tiene legitimidad alguna, y no puede determinar una salida a la crisis de la violencia.

El conflicto colombiano es de tal naturaleza que ha conmovido a la Comunidad Internacional ya que se trata de algo que en el contexto mundial no se puede ignorar por el comercio que genera y el sentimiento de los derechos humanos que produce. La intervención de entidades internacionales en defensa de los derechos humanos es algo que en Colombia tiene suprema importancia, como la tiene cualquier país del planeta donde exista violencia.

Colombia no es el único país donde la violencia ha llegado a tales extremos. Por ejemplo, en África, el fanatismo religioso produce masacres de mayor gravedad, También la violencia de la antigua Yugoslavia, en las Repúblicas de la antigua Unión Soviética. Colombia no se puede estigmatizar como la zona de mayor violencia, sino de una violencia de tal naturaleza que genera en la economía del mundo y el impacto de las drogas.

La violencia en Colombia no le interesa a los EE.UU. porque el narcotráfico le sustrae un gran torrente monetario de su propia circulación. Los EE.UU. pretenden hacer creer con su doble moral que hay una preocupación por los dragadictos y por las víctimas de la violencia, cuando en realidad la preocupación es por la desestabilización que el comercio ilegal produce en los sectores financieros, comerciales e industriales.

En el fondo, son estos sectores los que ganan con el comercio del narcotráfico: los bancos porque son ellos los que reciben y mueven el dinero, los industriales porque ganan vendiendo los productos necesarios para el procesamiento de los narcóticos, el comercio porque vende mas mercancías, el transporte porque mueve cargamento y así todo el cuadro de la economía mundial. Para el capitalista todo lo que genere ganancias es bueno siempre y cuando sea ella quien las reciba. La preocupación fundamental, es que los que reciben las guanacias de este capitalismo ilegal son los sectores populares, la clase baja, y no la burguesía, o los sectores con poder.

 

 

OBRAS CITADAS

Borda, Juan Gustavo. "Colombia: Cultura y violencia." Cuadernos Hispanoamericanos 582 (1998): 89-93.

Caballero, Antonio. "La tierra y guerra." Semana 811 (Nov. 17-27, 1997): 16-24.

Cato, Susana. "Gabo cambia de oficio." Semana 151 (May 6-13, 1996): 17-22.

Chung-Rodríguez, Eugenio. Latinoamérica: Su civilización y cultura. Boston: Heinle & Heinle Publisher, 1989.

Giraldo, Javier. Colombia: The Genocidal Democracy. Boston: Common Courage Press, 1996.

Oquist, Paul. Violence, Conflict, and Politics in Colombia. New York: Academic Press, 1980.